Euros digitales la moneda pública

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Euros digitales la moneda pública

Existe la posibilidad de crear monedas digitales públicas, conocidas como CBDC (Central Bank Digital Currency, o Moneda Digital del Banco Central). Según un informe del Banco de Pagos Internacionales de Basilea («Impending arrival. A seque) to the Survey on Central Bank Digital Currency», 2020), más de un 80 % de las instituciones consultadas trabajan ya en proyectos relacionados con estas CBDC como España.

Motivos para la creación de Euros digitales

  • Avances en digitalización y gestión masiva de datos hacen posible nuevas formas de pago. Sin embargo, este nuevo activo financiero no cumple los criterios para ser dinero y presenta grandes problemas:
    1. La elevada volatilidad en su cotización en un activo sin valor intrínseco ni respaldo público, que aviva movimientos especulativos.
    2. Tiene un importantísimo impacto ambiental. Según cálculos del Centro de Finanzas Alternativas de la Universidad de Cambridge, si el Bitcoin fuese un país consumiría al año tanta electricidad como Finlandia, Suiza o Argentina.
    3. La posibilidad de anonimato que estas criptodivisas ofrecen, facilita su utilización en actividades ilícitas y en evasión fiscal.
  • Crear una Moneda digital de banco central es una alternativa pública frente a los sistemas de pago ajenos al sistema bancario y que escapan, por tanto, a la regulación sobre el sector. El auge de nuevas formas de pago digitales, ajenas al circuito bancario formal en lo que se conoce como banca en la sombra (shadow banking), impulsan la búsqueda de una alternativa pública frente a una actividad que escapa a la regulación y supervisión bancarias, pero comparte con la banca su carácter de riesgo sistémico.
  • La posibilidad de ofrecer inclusión financiera a colectivos sociales que tienen un acceso más difícil a los servicios bancarios tradicionales, o directamente no disponen de ellos. Esto es lo que ha motivado la creación de la primera moneda pública digital, el Sand Dollar («dólar de arena», en su traducción), creada en Bahamas.
  • El ya escaso uso de efectivo por la utilización de medios de pago digitales (tendencia acelerada por la pandemia de la COVID-19). El que hoy día sea posible el uso de medios de pago digitales, unido a la posibilidad de rastreo de las operaciones y con ello de su control por parte de las autoridades fiscales, ha conllevado a países como Suecia a desincentivar el uso de dinero en efectivo frente a los pagos digitales con la pretensión de que el uso de monedas y billetes físicos termine por extinguirse. Con ello se vería seriamente dificultados el fraude fiscal y la economía informal.

En contra de los Euro digital

  • Si todo el dinero en circulación fuese bancario y privado, implicaría una mayor inestabilidad por eso se crearon los bancos centrales tal y como los conocemos hoy.
  • Hoy podemos cambiar la cuenta de un depósito bancario de 100 euros por un billete por dicho valor monetario, sin dinero en efectivo esa alternativa se desvanece, teniendo un dinero puramente privado y más inseguro.
  • La realización de pagos electrónicos, podría ser objeto de ciberataques o la propia generación fraudulenta de dinero digital con supuesto respaldado estatal.

Conclusiones

El hecho de que la ciudadanía pueda tener cuentas abiertas directamente en el banco central plantea la posibilidad de un control directo de la cantidad de dinero, un dinero digital público, seguro al estar respaldado por el Estado y anónimo, en la medida en que los datos sobre transacciones estarían legalmente protegidos (como sucede con los datos fiscales o de la Seguridad Social) y ajenos a explotación comercial como sí puede suceder con otros sistemas de pagos privados. Y en el caso de ser necesaria una expansión monetaria permite un mecanismo más directo, al inyectar liquidez directamente sobre las cuentas corrientes y trasladarse con ello de inmediato y sin intermediarios a la actividad económica.

Además, el dinero digital implicaría la recuperación del dinero como bien público, más estable y bajo control democrático al estar bajo en control de un banco central como autoridad monetaria, independiente pero igualmente sometida como en la actualidad en última instancia al control por los representantes de la ciudadanía, que marcan sus objetivos de política monetaria.